En el país de las brujas las lunas son cada una de un color y el aire huele a pócimas de amor y a mandrágora recién cortada.
Las escobas no se usan para barrer y los gatos negros no traen mala suerte.
La media noche indica el momento de abrir las puertas y salir a contemplar la luna.
Los ojos verdes y el pelo rojo.
Un pueblo en el que la magia no se ha olvidado y en el que es posible ver lo inimaginable sin necesidad de efectos especiales hechos por ordenador.
Donde las estaciones pueden cambiar por antojo de alguien poderoso y dónde el mal tiempo nunca fue problema.
Sombreros de pico y túnicas.
Todo son cuentos...
...cuentos bonitos de leer.
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